sábado, 30 de enero de 2016

ADOLESCENTES Y SEXUALIDAD: una mirada a los derechos (reflexión)

Realizado por: Daniela Guevara
Editado por: Shirly Cubillos y María Fernanda Valderrama 

Daniela Guevara

Estudiante en formación de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz (8vo semestre). Ha realizado diplomados en Factores Humanos en la Aviación en el Instituto de Investigación en Seguridad y Factores Humanos de Oviedo, España y en Sexología Clínica de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Ha participado en semilleros de investigación en la Universidad Católica de Colombia y en la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Actualmente apoya procesos de selección de pilotos en Aviación Ejército. Es asistente de edición de este blog y esta encargada de la divulgación del mismo.

Habían tenido un noviazgo breve, pero bastante informal para la época, pues el doctor Urbino la visitaba en su casa, sin vigilancia, todos los días al atardecer. Ella no hubiera permitido que él le tocara ni la yema de los dedos antes de la bendición episcopal, pero tampoco él lo había intentado. Fue en la primera noche de buena mar, ya en la cama pero todavía vestidos, cuando él inició las primeras caricias, y lo hizo con tanto cuidado, que a ella le pareció natural la sugerencia de que se pusiera la camisa de dormir. Fue a cambiarse en el baño, pero antes apagó las luces del camarote, y cuando salió con el camisón embutió trapos en las rendijas de la puerta, para volver a la cama en la oscuridad absoluta. Mientras lo hacía, dijo de buen humor: --Qué quieres, doctor. Es la primera vez que duermo con un desconocido. El doctor Juvenal Urbino la sintió deslizarse junto a él como un animalito azorado, tratando de quedar lo más lejos posible, en una litera donde era difícil estar dos sin tocarse. Le cogió la mano, fría y crispada de terror, le entrelazó los dedos, y casi con un susurro empezó a contarle sus recuerdos de otros viajes de mar. Ella estaba tensa otra vez, porque al volver a la cama se dio cuenta de que él se había desnudado por completo mientras ella estaba en el baño, y esto le revivió el terror del paso siguiente. Pero el paso siguiente demoró varias horas, pues el doctor Urbino siguió hablando muy despacio, mientras se iba apoderando milímetro a milímetro de la confianza de su cuerpo. Le habló de París, del amor en París, de los enamorados de París que se besaban en la calle, en el ómnibus, en las terrazas floridas de los cafés abiertos al aliento de fuego y los acordeones lánguidos del verano, y hacían el amor de pie en los muelles del Sena sin que nadie los molestara. Mientras hablaba en las sombras, le acarició la curva del cuello con la yema de los dedos, le acarició las pelusas de seda de los brazos, el vientre evasivo, y cuando sintió que la tensión había cedido hizo un primer intento por levantarle el camisón de dormir, pero ella se lo impidió con un impulso típico de su carácter. Dijo: “Yo lo sé hacer sola”. Se lo quitó, en efecto, y luego se quedó tan inmóvil, que el doctor Urbino hubiera creído que ya no estaba ahí, de no haber sido por la resolana de su cuerpo en las tinieblas. Al cabo de un rato volvió a agarrarle la mano, y entonces la sintió tibia y suelta, pero húmeda todavía de un rocío tierno. Permanecieron otro rato callados e inmóviles, él acechando la ocasión para el paso siguiente, y ella esperándolo sin saber por dónde, mientras la oscuridad iba ensanchándose con su respiración cada vez más intensa. Él la soltó de pronto y dio el salto en el vacío: se humedeció en la lengua la yema del cordial y le tocó apenas el pezón desprevenido y ella sintió una descarga de muerte, como si le hubiera tocado un nervio vivo.  Se alegró de estar a oscuras para que él no le viera el rubor abrasante que la estremeció hasta las raíces del cráneo. “Calma -le dijo él, muy calmado-. No se te olvide que las conozco.” La sintió sonreír, y su voz fue dulce y nueva en las tinieblas.  -Lo recuerdo muy bien -dijo-, y todavía no se me pasa la rabia. Fragmento de “El Amor en los Tiempos del Cólera” Gabriel García Márquez, 1985. 

Con el pasar de los años aparece una cantidad incalculable de información imprecisa y errónea acerca de la sexualidad, lo que puede producir incomodidad, dudas, mitos, tabúes y hasta miedos a la hora de enfrentarse con esto, sin mencionar las inseguridades propias de la edad. Así que probablemente, la primera vez que se tiene contacto directo con estos temas es aterrador, para la mayoria. Pueden salir a la luz miedos sobre reacciones físicas, como el dolor, la satisfacción propia y de la pareja, entre otras inquietudes propias de la orientación sexual, el autoestima y de la personalidad, y las consecuencias o reacciones psicológicas, además de miedos e inseguridades acerca de lo que la pareja quiere, hace o dice, incluyendo la forma de cuidarse para no tener un embarazo no deseado o contraer una infección de transmisión sexual. Y aunque se esté confiado y casi nada genere inquietud, hay aspectos a tener en cuenta.  
De acuerdo con los expertos de la Organización Mundial de la Salud en 2015, en uno de sus proyectos más urgentes; declama la importancia de la difusión de los derechos de los adolescentes en temas tan importantes como su salud sexual y reproductiva. Concretamente, este proyecto hace referencia a cómo las instancias de salud a nivel global deben velar por la protección estos derechos. De igual manera, el proyecto consiste en empoderar a los adolescentes para conocer y exigir sus derechos ante los gobiernos. 


Como primera medida, los gobiernos deben garantizar a toda costa el acceso a servicios de salud gratuitos o con un precio asequible y de calidad. Sin embargo, para que ello ocurra, también debe velar por la formación de profesionales en temas relacionados con sexualidad sana y responsable. Así como también debe generar una legislación amigable con estas políticas para la protección de los derechos de jóvenes entre los 10 y 19 años, quienes deben ser incluidos en la construcción de estas políticas públicas y/o proyectos.  
Los entes prestadores de servicios de salud, deben partir de la naturalidad con que se reciben los casos de jóvenes que quieren acceder a servicios oportunos, de tal manera que no se sientan juzgados; guardando siempre el secreto profesional y generando confianza o empatía apropiada para que sean capaces de expresarse libremente y de tomar decisiones íntegras con conocimientos e información adecuada. Como ya se mencionó antes, la importancia de la formación especializada en adolescentes es en gran medida parte de éxito en la ejecución de las propuestas y leyes generadas por los gobiernos.  
De igual manera, hay responsabilidades que caen sobre los hombros de los  adolescentes; estas responsabilidades van desde informarse sobre sus derechos, pues a partir del conocimiento sus derechos podrán defender su integridad, salud y libertad de manera más consciente y responsable (En una entrada anterior) “Reconociendo, divulgando y respetando los derechos sexuales”, se encuentran los derechos de todos, incluyendo niños, niñas, adolescentes y personas de cualquier cultura). Hasta pedir información clara, adecuada y científica sobre sus procesos, su cuerpo y cómo sus decisiones podrían influir o afectar su calidad de vida. Adicionalmente tienen la responsabilidad de ayudarle a los demás entes encargados de su salud sexual y reproductiva a mejorar en la prestación de sus servicios. 
Los adolescentes, debido a su proceso de crecimiento acelerado y de cambios constantes, a la acumulación de nuevas responsabilidades; a la transición que no todos logran invictos, sino con una gran carga emocional por no comprender lo que les ocurre; y debido a la confusión de metas y objetivos, son una población con necesidades, derechos y deberes diferentes; por eso se debe velar por la no vulneración de la integridad y la calidad de vida que merecen. El abandono o la sobreprotección muchas veces perjudican su libre desarrollo y desafortunadamente son víctimas de violencia y de menosprecio a nivel cultural, pues no son tomados en cuenta de manera seria y responsable.  
Es tiempo de respetar su intimidad, de entender que están en una época difícil de transición y que tampoco deben ser tratados como niños. Es deber nuestro, hacerlos sentir confiados y seguros de revelar o preguntar acerca de temas relacionados con sexualidad y brindarles herramientas para la construcción de su proyecto de vida; así mismo nosotros tenemos la obligación de informarnos y no inculcar mitos o tabúes, que posteriormente, pueden causar daño e inclinarlos por una vida afectiva, sexual y reproductiva poco sana e insatisfactoria.  

Por espacios seguros, saludables y libres de prejuicios.    
Referencias 
García, G. (1985). El Amor en los Tiempos del Cólera. Penguin Ediciones.
Organización Mundial de la Salud (2015). Cómo adaptar los servicios de salud a los adolescentes.